Resumen
Todo movimiento social integra en su seno a una mayoría de sujetos que alimentan el número de participantes al involucrarse por un sencillo acto lúdico, por la fiesta y el jolgorio, por insertarse en esa inversión de la cotidianidad —poner de cabeza al mundo por un lapso— que los saca de la modorra, por ese “corto verano de la anarquía” durante el cual dejan a un lado el quehacer diario y asumen roles distintos que los hacen sentir —y los hacen ser durante los días de la fiesta— diferentes al común de los mortales; esto en los movimientos estudiantiles es cuasi la regla y así fue en el #YoSoy132, una explosión estudiantil social y política y... hasta ahí, más acá de la mitificación que Galindo y González-Acosta hacen de él para llegar a afirmar que nomás por ser “estéticos” y usar la internet son de los buenos —los sublimes versus los vulgares—, ya que “Apelan a las nuevas identidades”, “Saben cómo usar los medios que importan” y “Son auténticos”.
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